Lo más importante es
el pastel y la mano que mueve la cuchara. Se puede empezar por un
Brownie, tiene ese toque anglosajón pero no es una exquisitez,
aparentemente.
Pídelo en una cafetería
algo chic, no importa el nombre; de las siempre cercanas a un museo
donde la sobriedad construye volúmenes con el mobiliario y el
contraste lo conforman camareros de uniforme. Cuando te lo pongan
sobre la mesa, no lo mires, lo intuirás porque acudirán a
ti múltiples recuerdos fosforescentes, todos muy lejanos e intercambiables aunque imperecederos, la memoria es así: el olor de la costra crujiente producida por el torrado tan peculiar del horno doméstico y el aroma a
harina tostada inundando cualquier rincón de la cocina, como en aquellos turbios
domingos infantiles al caer la tarde en casa; o aquellos ojos fugaces y
avispados ante la provocación de dar un pellizquito a la masa aún caliente para probar la consistencia, un gesto veloz y certero a escondidas, como un ritual para evitar manotazos; o el sol
reverberando en los muros del patio de recreo, rebotando como el
ruido de los juegos mientras el chocolate del desayuno iba deshaciéndose en la
punta de los dedos, mezclándose con lo que aún te quedaba de tiza en las uñas de la última
clase, los restos de una batalla ante la pizarra con las manos sin lavar. O el helado de vainilla acompañado
del jolgorio de las tardes de pilla-pilla en la calle, la lengua
refrescante y provocadora cuando los niños del barrio ya no eran, de
pronto, los de antes y nos miraban como si nos acabaran de descubrir
por primera vez. Cosas así. Es muy importante
establecer esta reacción en cadena. Si no, no sabe igual.
Ahora abre los ojos y
obsérvalo detenidamente. Es cuando lo tienes que ver muy claro: sólo
es un plato de porcelana barata, un oscuro trozo de pastel creado por
el torpe descuido de un cocinero y un poco de helado de vainilla. Tú a punto de
cumplir los cuarenta y el bizcocho un día o dos. Ahí estamos, los
tres. El camarero también se ha dado cuenta. Ha venido a cambiarme
la taza de café porque ante mi fijeza ha descubierto un desconchón en el reborde de la taza.
Me ha dicho que es un profesional, está en todo. Eso cree él. Pero
tú como ausente, preparada para saborearlo a conciencia, parte con
la cucharilla una pequeña porción de bizcocho con un golpe seco y
limpio y pronuncia su nombre lentamente y en voz baja, repítelo
silabeando una y otra vez hasta que se conforme en tu boca. Piénsalo,
así, calibrando su consistencia; sabes que de un momento a otro va a
suceder pero puede que en realidad no suceda. Acerca la cuchara
despacio, sólo para que te invada el deseo. En ella hay restos de
unos labios anteriores a los tuyos, ya tan próximos a tocarse. Mejor
abandonar el Brownie en el plato para limpiarla con una servilleta de
papel. Es curioso, según por donde mires la cuchara puedes ver tu
imagen invertida. Gírala, es tu rostro y ya no lo es. Tu rostro, un
tiovivo de gestos secuencia a secuencia.
Es el momento de ampliar
el campo de visión para provocar más emociones en paralelo. La
cafetería tiene tonos neutros y dos grandes cristaleras, es fresca
y umbrosa. Todavía predomina el sopor de la tarde y en un rincón
oscuro una pareja se besa. Es mejor establecer límites enumerables
y evitar conjeturas. Entonces, vuelve a ti y
mira el Brownie ya truncado para siempre, porque en ese momento,
impunemente, inevitablemente, alguien también está mirando, esta
vez es a ti. Déjate observar lo suficiente. Quizá sea el camarero,
camisa negra, pantalón negro. Una sombra pensándote sin acertar nunca, antes
diligente y ahora quebradizo como una silueta de cartón piedra.
No es fácil tomarse un pastel con un mirón de fondo pero es
emocionante ser algo o alguien frente a otro que no sabe nada, no
entiende nada, que no presiente el peligro acechándole,
expandiéndose como el perfume dulzón del chocolate y la adrenalina
erizando mi piel. Y tú te ríes para adentro, entre sombras de una
antigua película olvidada, ya lista para la caza.
Levántate y paga antes
de que todo sea irremediablemente cierto y no lo puedas contar jamás.
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